Daniel Fuenzalida y su trauma
Daniel Fuenzalida y su trauma alimenticio: La verdadera razón por la que ha rechazado siete veces participar en La Divina Comida
La televisión chilena está llena de personalidades queridas, y uno de los rostros más reconocibles es, sin duda, Daniel Fuenzalida. Carismático, espontáneo y dueño de una trayectoria consolidada tanto en radio como en televisión, Fuenzalida ha demostrado ser mucho más que “el ex Huevo” que conocimos años atrás. Pero detrás de su buen humor y profesionalismo, hay una historia poco conocida que lo ha mantenido alejado de uno de los programas más populares de la televisión nacional: La Divina Comida.
Y no se trata de agendas ocupadas ni de una simple falta de interés. Daniel ha sido invitado siete veces al exitoso espacio culinario de Chilevisión, y en todas ellas su respuesta ha sido un categórico "no". El motivo: un profundo trauma relacionado con la comida, que arrastra desde su niñez y que, hasta hoy, le impide desenvolverse con tranquilidad en contextos gastronómicos.
Un trauma que viene desde la infancia
En una reveladora conversación en su programa El medio día en TVN, Fuenzalida abrió su corazón y compartió una experiencia personal que, para muchos, podría parecer menor, pero que ha marcado profundamente su vida adulta. “Lo pasé mal cuando chico con la comida”, confesó. “Tengo un trauma. Soy muy mañoso, porque a mí me dejaban con el plato servido frío durante toda la tarde”.
Recordó con detalle cómo, mientras sus familiares disfrutaban de juegos y sobremesas, él quedaba atrapado frente a un plato que no podía comer. El aspecto de la comida cambiaba, se enfriaba, se volvía poco apetitoso y el ambiente se transformaba en una verdadera tortura. Aquella experiencia, reiterada y nunca abordada en terapia, se arraigó en su mente, generando un rechazo que hasta hoy lo afecta.
¿Por qué rechaza La Divina Comida?
El concepto del programa La Divina Comida es simple y encantador para muchos: cuatro celebridades cocinan y comparten una velada donde la comida es protagonista. Pero para Fuenzalida, ese mismo concepto representa una situación incómoda y hasta estresante.
“A todas he dicho que no porque soy mañoso, no me gusta ir”, afirmó sin rodeos. “Si alguien me invita a su casa, yo lo dudo. Si me invitas, que sea un café, que me invites a un horario que no sea de comida, porque de verdad tengo un tema heavy con la comida”.
Y es que el temor de quedar mal frente a otros por no poder comer lo que se sirve va más allá de una simple preferencia. Es una ansiedad real, una incomodidad que lo ha acompañado incluso en ambientes laborales.
Dificultades en el mundo profesional
No es difícil imaginar a una figura pública como Fuenzalida en reuniones sociales y profesionales, muchas de las cuales giran en torno a comidas o cenas. Sin embargo, para él, esas situaciones pueden volverse verdaderos retos.
“No como mantequilla, nada que tenga mantequilla”, comentó. “Todo lo que tiene me produce un rechazo. Estas cuestiones me han traído problemas cuando grande”.
Uno de los ejemplos más significativos fue una reunión con ejecutivos que lo invitaron a sus casas. “La pasé mal. Pensé que si me sirven algo para comer y no me gusta, voy a quedar mal. Que voy a quedar de maleducado”. Tal fue su nivel de incomodidad, que intentó cambiar la cita a un lugar neutro, como una cafetería, para evitar el momento de comer.
“Puedo provocar rechazo por una cuestión que arrastro desde niño… no me he terapeado esa parte”, concluyó, con una honestidad que solo puede venir de alguien que ha aprendido a vivir con una herida invisible.
Aunque en principio parezca una anécdota ligada al mundo del espectáculo, lo que Daniel Fuenzalida ha revelado pone sobre la mesa un tema importante: los traumas de la infancia y cómo estos pueden afectar nuestro día a día, incluso en etapas adultas y en contextos tan aparentemente simples como compartir una comida.