El recuerdo de Diana Bolocco
Diana Bolocco y el desgarrador recuerdo de un Día de la Madre olvidado: “Terminé llorando en el baño”
En un nuevo episodio del podcast “Hasta que el podcast nos separe”, la conocida animadora de televisión Diana Bolocco abrió su corazón como nunca antes, compartiendo un íntimo y conmovedor recuerdo de uno de los Días de la Madre más tristes que le ha tocado vivir. Una fecha que normalmente se asocia con el cariño, el reconocimiento y los detalles por parte de la familia, terminó siendo para ella una jornada de olvido, indiferencia y profunda tristeza.
Una celebración esperada que nunca llegó
La confesión, que se dio en medio de una conversación relajada, rápidamente se tornó emocional cuando Diana rememoró con nostalgia y dolor aquella experiencia. Todo comenzó con la ilusión que ella tenía, como cada año, de ser sorprendida por su familia. “Todos los años, yo decía: ‘ya, qué bueno, ahora me va a llegar un regalo’. Pero no. Nació Facundo. Domingo, cri cri…”, relató con una mezcla de ironía y decepción.
Levantarse ese domingo con la esperanza de recibir un desayuno especial, algún gesto cariñoso o simplemente un “Feliz Día” de parte de sus seres queridos, parecía algo lógico y justo. Pero ese esperado momento nunca llegó. “Mi desayuno... ‘ups, no’. Tal vez vendrá la sorpresa más tarde”, agregó, evidenciando cómo el entusiasmo fue transformándose en desilusión.
La soledad en medio de la rutina familiar
La situación no mejoró con el paso del día. Diana contó que, durante el almuerzo, pensó que tal vez su esposo, el periodista Cristián Sánchez, tendría preparado algún panorama especial, como invitarla a su restaurante favorito. Pero la realidad fue muy distinta. “Cristián prende la tele de la salita, agarra su plato y se va a comer allá porque había partido de fútbol. Todos los hombres de mi casa viendo fútbol. Me quedé comiendo sola en el comedor, nadie me había dicho ni siquiera ‘Feliz Día’”, confesó con un dejo de tristeza.
Un momento que, sin duda, para muchas madres resultaría familiar, pero que en este caso fue particularmente doloroso por la ausencia total de gestos y palabras de aprecio.
Una rosa blanca que lo dijo todo
El día continuó, y finalmente la familia decidió salir a comer fuera. Aunque parecía una oportunidad para redimirse, la realidad no fue mejor. Nadie mencionó el Día de la Madre. Nadie ofreció una palabra amable. Todo siguió como si se tratara de un domingo cualquiera.
Fue entonces, en el momento del postre, cuando ocurrió el único gesto significativo del día. Pero no vino de su familia. “El mozo trae una flor. ‘Hoy el restaurante ha querido celebrar a las mamás, felicidades en su día’. Y me regala una rosa blanca. Me produjo una pena profunda, pero una satisfacción, porque al fin los sacos de hueas de mi familia se habían dado cuenta de que era el Día de la Madre”, relató sin filtro y visiblemente conmovida.
Ese pequeño gesto del mozo, que quizá parecía mínimo para otros, fue en realidad una bofetada emocional que la hizo enfrentar la indiferencia de sus seres queridos. La emoción fue tal que, sin poder contenerse, terminó refugiándose en el baño del restaurante. “Terminé llorando en el baño”, cerró con la voz entrecortada.